miércoles, 14 de diciembre de 2011

Le di a ese desgraciado donde más le duele...

Respiración acelerada, ojos llorosos, manos temblorosas y el fuerte sonido de la puerta  marcaron los primeros segundos de la subida de Daisy al asiento de atrás del carro donde Ana Bárbara, Leticia y yo la esperábamos, después de recibir un par de llamadas cargadas de histeria,  en la que la frase que predominó fue "ese desgraciado".

Y fue justo esa expresión lo primero que salió de la boca de Daisy tras el portazo y el preludio al cuento lloroso, de un descubrimiento de infidelidad de su pareja.

"Le dije de todo a ese perro", dijo ella; "se lo merece" dijimos nosotras"; "y yo que me portó tan bien en la calle para respetarlo", dijo ella, "por eso es que hay que pegarle cachos" dijimos nosotras; "otra vez me volvió a engañar", dijo ella, "eso pasa"; dijimos nosotras, así pasamos varios minutos rodando por la ciudad. Ella explotaba y soltaba frases con las que mi abuela se hubiese persignado y nosotras respaldábamos con apuntes de solidaridad, con los que, por supuesto, hundíamos más al "desgraciado", al mejor estilo de la  señorita Laura.

Para hacer la historia corta, porque de lo contrario seria repetitiva, nos paramos frente a la playa y cerveza en mano acompañamos a Daisy mientras se desahogaba. Debo confesar que en medio de sus comentarios   las tres amigas-pañitos de lágrimas, nos mirábamos y sonreíamos soslayadamente por lo novelesco de las expresiones, típicas de las protagonistas de los bodrios rosas miameros.

En el fondo, muy en el fondo, allá donde la luz de la liberacion femenina no llega, todas en algún momento de la vida decimos "ese desgraciado", con la carga tipica del desamor de nuestro Romeo que termina convirtiéndose en "ese perro". Allí, en ese oscuro lugar, vive nuestra protagonista de novela, junto con la emocion de que nos regalen flores, nos abran la puerta o nos den un anillo de compromiso de una forma original, o como decimos a la luz del pública, "cursi".

sábado, 15 de octubre de 2011

Todas tenemos algo que decir

Todas las mujeres que hemos tenido una relación con un hombre, tenemos algo que decir de ella. No importa si el espécimen masculino es papá, hermano, amigo, primo, novio, marido, esposo, amante, peor es nada, cana al aire o como queramos categorizarlo, inevitablemente hay historias que merecen ser contadas.
Este blog no es para quejas, es para drenar, para reirnos, para compartir anécdotas nuestras o de amigas. Les aseguro que hasta de las peores experiencias de nuestras relaciones con ellos, hay algo que aprender y que expresar, te sorprenderá lo mucho en común que tenemos en cuanto a relaciones de Venus y Marte se refiere.
Obvio que no podemos perder la oportunidad para hacer públicos esos trucos, que usamos para sentirnos mejor en cuanto a todo aquello que nos produce placer.
A escribir se ha dicho.
Bienvenidas...